Tras una caída casi mortal, esposa de pastor aprovecha todas las oportunidades para compartir el evangelio

SE SUPONÍA QUE IBA A SER UN RETIRO TRANQUILO, un tiempo para empezar a buscar el plan de Dios para la próxima etapa de sus vidas. 

Después de 50 años de ministerio a tiempo completo, 21 de ellos en la Primera Iglesia Bautista de Galena Park, el pastor Marcos Ramos y su esposa, Irma, sintieron que era hora de jubilarse. Así que planearon una escapada a Holly Lake Ranch, situado justo al norte de Tyler, el pasado mes de diciembre. 

“Aquí está la cabaña”, dijo Marcos mientras estacionaba el coche de la pareja cerca de la cabaña 51. 

Mientras se instalaban, Irma volvió al coche para buscar algo. De regreso a la cabaña, subió el primer escalón y, en un confuso momento de pánico, dejó escapar un profundo grito antes de caer de espaldas. 

Eso es lo último que recuerda Irma. 

Marcos, al oír el grito de su esposa desde el interior de la cabaña, salió corriendo y la encontró tendida en el suelo. Estaba inconsciente y ensangrentada, pues se había dado un fuerte golpe en la cabeza contra el cemento. 

Irma fue trasladada al hospital más cercano, en Tyler, e ingresada en la unidad de cuidados intensivos. El médico de guardia se sorprendió de que no hubiera sufrido una fractura de cráneo, teniendo en cuenta el fuerte golpe que se había dado en la cabeza. 

Irma Ramos (foto arriba a la derecha) con su familia en un partido de béisbol (aparece a la izquierda). FOTOS COMPARTIDAS

“El cerebro de su esposa está nadando en sangre”, dijo el médico a Marcos. 

Irma había sufrido una hemorragia cerebral potencialmente mortal que necesitaría ser drenada lo antes posible. Si no se aliviaba la presión cerebral, podría haber sufrido lesiones cerebrales permanentes o incluso la muerte. 

Tres días después del accidente, el 12 de diciembre, Irma recobró el conocimiento. Podía moverse y sonreír, pero no podía hablar ni comunicarse. No sabía dónde estaba ni reconocía a las personas que la rodeaban, incluida su familia. Los médicos temían que sufriera una pérdida de memoria a largo plazo y prepararon a la familia para que no volviera a reconocerlos. 

‘Dios la va a sanar’ 

Pero cinco días después del accidente––cinco días de intensas oraciones y suplicas de familiares y amigos que aman a Irma––algo empezó a cambiar. Comenzó a pronunciar palabras cortas. Reconoció a las personas reunidas a su alrededor, incluidos sus nietos, cuyos nombres podía recordar y que se habían unido al coro de oraciones que la rodeaba. 

A pesar de lo alentador de la situación, los médicos no tenían esperanzas de que Irma pudiera recuperarse por completo. A sus familiares les dijeron que probablemente su estado mejoraría, pero no estaban seguros de si sufriría algún tipo de parálisis a largo plazo o pérdida de memoria. 

“Tengo fe en que mi madre se va a recuperar y va a estar bien”, dijo su hijo, Sammy, en respuesta al comprensible escepticismo del médico. “Va a caminar y va a poder hablar porque Dios la va a sanar”. 

“Tienes mucha fe”, le dijo el médico a Sammy. “Eso esperamos”. 

Milagrosamente, sólo dos días después, Irma mejoró lo suficiente como para ser trasladada de cuidados intensivos a cuidados intermedios. Empezó a responder bien a la terapia y a comer por sí sola, sin necesidad de un tubo de alimentación. 

En total, Irma pasó 13 días en el hospital de Tyler. Fueron días de espera e incertidumbre, en los que Dios mostró a la familia que no estaban solos. Los miembros de la familia recuerdan cómo pudieron sentir Su presencia y ver Su divina provisión a través del mar de oraciones y ayuda que les fueron enviadas. 

Mientras estuvo hospitalizada, ayuda económica y personal llegó desde lugares como la Convención de los Bautistas del Sur de Texas y la Red de Cuidado Pastoral Lone Star. Amigos y conocidos le llevaron suministros, hermanos y hermanas de las iglesias que pastoreaba Marcos hicieron el largo viaje desde Houston para visitarla y muchos llamaron para dejarle saber a la familia que seguían orando. 

Irma siguió mejorando tanto que, justo antes de Navidad, Dios permitió que ella y Marcos regresaran a Houston para celebrar las fiestas en su ciudad. Fue ingresada en un hospital donde comenzó un proceso de rehabilitación de 14 días. En ese momento seguía luchando con sus capacidades cognitivas, pero al llegar a Houston se produjo otro milagro. 

“Quiero enseñar a la gente lo que he aprendido, tras 50 años de ministerio, sobre la soberanía de Dios, su misericordia y dar testimonio de Su grandeza”

Era el 23 de diciembre, su primer día en el hospital de rehabilitación. Cuando Marcos estaba sentado en la habitación con su esposa, comenzó a oír la voz de ella, que hablaba con coherencia y claridad, y comenzaron a tener su primera conversación en casi un mes. 

“¿Dónde estamos? preguntó Irma. 

“En el hospital”, respondió Marcos. 

“¿Estás enfermo?” respondió Irma, extrañada. 

“Tú eres la enferma”, dijo Marcos. 

Marcos empezó a explicar todo lo que había pasado. Su vuelta al auto para buscar algo. Su grito. La difícil travesía hasta llegar al hospital. Las agotadoras horas de espera, los médicos y enfermeras entrando y saliendo de la habitación, las oraciones… todo. 

Irma no recordaba nada. 

Ella permaneció en el hospital de rehabilitación hasta el 5 de enero, cuando los médicos le dieron el visto bueno para volver a casa y continuar con su terapia. Tras haber empezado a recuperar la mayor parte de sus facultades mentales, compartió continuamente el testimonio de lo que Dios había hecho en su vida con todo el personal médico que la atendía. Estaban asombrados de ver lo mucho que había progresado. 

“La misericordia y el amor de Dios están siempre con nosotros, así que cada vez que vayas a pasar por una prueba, cada vez que pases por un sufrimiento, sigue confiando en el Señor.”

Una nueva misión 

“Ahora aprovecho cualquier oportunidad para compartir mi testimonio”, dice Irma. “Quiero enseñar a la gente lo que he aprendido, tras 50 años de ministerio, sobre la soberanía de Dios, su misericordia y dar testimonio de Su grandeza”. 

Uno de esos testimonios ocurrió en febrero en la Conferencia Apoderados celebrada junto con la Conferencia anual Empower de la SBTC. Durante el evento, Irma conoció a una mujer que trabajaba en el mantenimiento de la iglesia anfitriona de la conferencia. 

Empezaron a hablar. Irma le explicó lo que estaba ocurriendo en la conferencia. La mujer compartió que, aunque su hijo, un seguidor de Cristo, la había invitado a la iglesia con frecuencia, ella personalmente aún no había tomado la decisión de seguir a Jesús. Aprovechando la oportunidad, Irma compartió el Evangelio con la mujer y la invitó a entregar su vida a Jesús allí mismo. Pero la mujer dijo que no estaba lista. 

Al día siguiente, Irma volvió a verla. “¿Estás lista?” le preguntó Irma. Esta vez, la mujer dijo que sí y oró para recibir a Cristo en ese instante. Irma la puso en contacto con un pastor para hacer un seguimiento. 

Seis meses después de que se retiraron a los bosques del este de Texas en busca de dirección para los próximos pasos de sus vidas, Dios ha concedido a Irma y Marcos una respuesta. Ellos están comenzando un ministerio hispano en la Iglesia Bautista Clay Road en Houston, ofreciendo clases de inglés como segundo idioma, visitando hogares del área y proveyendo ayuda comunitaria a aquellos que lo necesitan. Recientemente, Clay Road celebró un evento para la comunidad el Domingo de Resurrección donde Marcos predicó en inglés y en español. Irma está ministrando activamente a las esposas de pastores a través de la Red de Cuidado Pastoral Lone Star que ministró a su familia durante su recuperación. 

“La misericordia y el amor de Dios están siempre con nosotros”, dijo Marcos, “así que cada vez que vayas a pasar por una prueba, cada vez que pases por un sufrimiento, sigue confiando en el Señor, mantén tus ojos en Jesús, porque Él obra todo para bien”. 

Correspondent
Arlene Sanabria
Southern Baptist Texan
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