El ser salvos significa que Dios espera algo de nosotros al vivir en este mundo. Dios espera que le sigamos y que le obedezcamos toda nuestra vida. El problema que vemos hoy en día es que algunos de los seguidores y obreros de Cristo no están haciendo esto. La verdad es que muchos están viviendo vidas derrotadas, vida raquíticas y sin el poder de Dios. Muchos seguidores del Señor están viviendo vidas sin ningunas convicciones bíblicas. En muchas iglesias no se nota mucha espiritualidad en la vida de los miembros. No se está compartiendo abiertamente el evangelio de Cristo en la comunidad y lo peor es que muchas iglesias están viviendo sin el Poder de Dios porque no se predica la Palabra de Dios en los púlpitos. ¡Es urgente poner nuestra mirada en Dios!
Dios ha equipado la iglesia de hoy con el poder que viene de lo alto. Jesucristo lo hizo posible cuando él murió en la cruz y resucitó al tercer día. La iglesia es una iglesia de resurrección y no una iglesia derrotada y muerta. Cada congregación debe tener éxito en todo lo que hace porque Dios está control. I de Corintios 15:57 y 58 nos dice:
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estar firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo no es en vano.”
Dios espera que la iglesia de nuestro siglo sea fuerte, firme, madura y victoriosa. La iglesia debe saber que la victoria no viene de este mundo pero sólo viene de Dios. Para vivir una vida victoriosa en Cristo se requiere dos cosas de nosotros: que le sigamos y que le obedezcamos.
Cuando Pablo se dirigía a la iglesia en Corinto, esa iglesia no era una iglesia modelo, al contrario, era una iglesia llena de pecado, de enojo y de mucha carnalidad aunque la fachada era muy religiosa, y por eso Pablo amonesta a esta iglesia con una mano muy severa porque era una iglesia pecadora. I Corintios 4:14 nos dice:
“No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. “
Dios nos ama pero también nos amonesta. Él cubre nuestras vidas con Su amor. Dios disciplina a sus hijos cuando lo necesitan. Y disciplinar significa que Dios nos ama. Pero a la vez Dios nos avisa de los peligros que nos rodea. Debemos tener nuestra mirada siempre en Cristo Jesús y seguirle y obedecerle hasta que Él vuelva.
Recuerdo de niño cantar un himno muy a menudo en la Primera Iglesia Bautista de Baytown, TX que se llama “Para Andar Con Jesús”. Vale la pena recordar la primera estrofa y el coro de este himno escrito por John H. Sammis en 1887:
“Para andar con Jesús no hay
senda mejor
Que guardar sus mandatos de amor;
Obedientes a Él siempre
habremos de ser
Y tendremos de Cristo el poder.
Coro
Obedecer, y confiar en Jesús
Es la regla marcada
Para andar en la luz.”